lunes, 26 de marzo de 2012

LOS GUARDIANES DEL SABER

Hay mucha gente “grande” que no termina de comprender que no tienen la verdad en su mano, que no son los custodios de la sabiduría de nuestro mundo. Insisten en pensar que pueden marcar el camino de las nuevas generaciones como si fueran los que pueden, los que conocen, los que determinan. Parecen ignorar que justamente son los que perdieron, los que se equivocaron, en muchos terrenos y no sólo en el político.

Lo que más duele es que estas personas tan aferradas a sí mismas se volvieron incapaces de escuchar, de probar, de cambiar, de aprender. Son personas que podrían –a partir de lo vivido- tener la humildad para callar y sacar apuntes, ponerse a pensar otra vez, pero en lugar de esto, a algunos de ell@s les gusta pretender que son apt@s –los más aptos- para enseñar a los demás. Lo más “cómico” de todo es que algunas de estas personas se sienten también con la capacidad de hablar en forma peyorativa de cosas que ni siquiera entienden. Me refiero en específico a la cantidad de veces que escucho cómo se refieren a los jóvenes como gentes descuidadas e inútiles, sin horizontes o ambiciones, que sólo les preocupa la gratificación inmediata en lugar de entender los grandes conceptos y trabajar para las grandes obras…

Entonces estas personas tan importantes se ponen a definir líneas. Se aferran lo más que pueden a sus lugares, allí donde se toman decisiones, y delinean formas y decretos para perpetuarse a sí mismos. Porque claro. Ell@s son los capaces. A los jóvenes les falta experiencia, les falta fogueo, les falta probarse. Les falta. No se cuestionan si son ell@s mismos los que no están entendiendo. Al contrario, se creen que pueden corregirlos, les enseñan la actitud que se debe tener; los sentimientos que se deben tener; las formas que se deben mostrar. Se creen en el deber de educar.
Por ejemplo se creen que pueden crear un nuevo plan de estudios, y lo hacen como se debe hacer: o sea que someten a un montón de gurises de 18 y 19 años a clases teóricas interminables, llenas de conceptos inteligentísimos y de narrativas importantísimas, que por supuesto no se sabe a ciencia cierta si sirven ni para qué… porque claro, cómo les van a dar de entrada clases prácticas, sobre cosas concretas que se puedan ver de inmediato, que se puedan vincular con un uso, con un sentido en lo posible de la vida cotidiana… no, de ninguna manera, esto es por el absurdo de la inmediatez de est@s muchach@s, es por culpa de google, twitter o algo similar. Mejor decirles cómo deberían ser las cosas, y tenerlos por ejemplo el primer semestre de la entrada a la Universidad, cuando l@s tienen que entusiasmar, enardecer, hacer florecer, inquietarlos… en lugar de esto l@s tienen sometid@s a las grandes líneas conceptuales de lo que después verán para qué sirve… porque así es como deben ser las cosas: siempre primero el marco ideológico, el marco conceptual, el marco filosófico, la comprensión del todo, para sólo luego dedicarse a lo particular. Entonces l@s jóvenes se pasan aburriendo, se desestimulan, no entienden qué es lo que están haciendo allí... Ah! Pero nunca olvidar que es por su culpa, porque no tienen "actitud", porque no les importa nada, porque son unos individualistas… No vaya a ser que de verdad, estos adultos tan sabios se pregunten qué no entendieron para que l@s muchach@s  no les den bola. No vaya a ser que se cuestionen por fin si no tienen que dar un paso al costado y dejar que las nuevas generaciones sean las que armen los posibles caminos. Porque se equivocarán también, pero dentro de sus códigos, y no tratando de imponer viejas recetas a nuevas generaciones que nada tienen que ver con la forma de vivir ni de entender las formas que tienen estos adultos.
Otra época. Otros aprendizajes. Otras formas de sentir. Otras formas de vincularse ¿No lo pueden entender? Y si no lo pueden entender ¿no podrían hacer el bien y dejar a las nuevas gentes, l@s jóvenes y los adultos que sí pudieron reciclarse, para que marquen caminos o lideren en cuestiones que importan?

No es con las viejas recetas y formas de comprender el mundo que van a cambiar la educación. No es con viejos estilos y viejas pautas de comportamientos como van a cambiar las estructuras políticas. Así no convocan. No convocan a l@s jóvenes para que estudien y se especialicen. No convocan a la gente para que participe y se comprometa. Así es como tod@s pierden.

Muchas personas proclaman que las distintas estructuras (políticas, sociales, institucionales, gremiales) den lugar a los jóvenes. Y escuché a muchas personas quejarse por esto. Las quejas se centran en que si realmente se piensa que los viejos no sirven para nada. Centran la discusión en si hay o no desprecio a los adultos… Como si el asunto fuera en quién quiere desplazar a quién. La visión paranoica del mundo que lamentablemente tanta pero tanta gente parece seguir. La falta de autocrítica es lo que da lugar a estas interpretaciones.
No se trata de desplazar ni de decretar inservible a todo aquel mayor de 50 años. Se trata de que l@s que no sean capaces de entender el mundo en el cual viven en la actualidad, l@s que no puedan incorporar los cambios, que dejen lugar a los que sí los viven, a los que sí hicieron el esfuerzo de entender, a los nacidos naturalmente en los nuevos códigos. Háganse a un lado en lugar de tratar de seguir imponiendo métodos, en lugar de aferrarse a sus cuotitas de poder como si fueran los guardianes del saber. 

lunes, 12 de marzo de 2012

Para ellas y ellos

El debate sobre el lenguaje sexista cobró nuevos bríos en el mundo hispanohablante. Esta vez la polémica se instaló a partir de un informe aprobado por un pleno de la RAE y publicado a principios de este mes: “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. Está bueno leer este informe escrito por Ignacio Bosque para volver a pensar acerca de los usos del lenguaje y su implicancia en la formación de cultura.

El tema de fondo es sobre la invisibilidad lingüística de las mujeres y el sexismo de la lengua.
¿Cómo nos dirigimos a un público, a “los demás”? Tradicionalmente se usaba -y se sigue usando- el masculino para comprender a un conjunto de hombres y mujeres, niños y niñas. En algún momento que no sabría definir cuál es, esto comienza a cuestionarse. Incluso en algunos países –España por ejemplo- se viene elaborando desde hace años guías de lenguaje no sexista en distintas dependencias del Estado y en variadas instituciones y comunidades.
Hay distintas posibilidades para no continuar con la tradición de hablar en masculino para referirse al conjunto:

Algun@s desde hace tiempo adoptaron el tod@s, o también el todxs para dirigirse al público mixto, de manera de no dejar en la oscuridad a ninguno de los géneros. Lxs que se sienten cómodxs con esto aducen que encontraron una fórmula neutra donde todxs están comprendidxs. L@s que no están de acuerdo con esto hablan del caos en la transformación de las reglas gramaticales y demás cuestiones más formales, pero también de la imposibilidad de resolver el problema, ya que esto sólo puede ser usado en el lenguaje escrito, lo que resulta insuficiente porque así no se contribuye a transformar la forma  verbal de comunicar.

Hay quienes escriben y hablan –dirigiéndose a un público- introduciendo a veces el femenino y a veces el masculino. En forma aleatoria se usa los y las, todos y todas… A favor: no se dirigen a un único género, no ocultan y colocan en las sombras a ninguno de los géneros, demuestran que tanto se puede referir a uno u otro género porque es indistinto. En contra: es al menos confuso, no se sabe si en algún concepto en particular deben atender ellos y en otros conceptos ellas; se puede especular acerca de la pertinencia de una determinada referencia en masculino y otra determinada referencia en femenino… o más aún… alguien podría comenzar a contar cuántos “los” y cuántos “las” hay en el artículo o discurso, e inferir a partir de un conteo que, lo que quiso ser al azar y demostrar neutralidad, resultó en una primacía hacia uno de los géneros; se puede pensar que no es igualitario el tratamiento del femenino y masculino porque hay más referencias a uno que al otro, y que esto podría tratarse de una campaña subliminal, casi oculta, una subrepticia forma de lavar los cerebros de las inocentes personas para imponer la supremacía de tal o cual género. Engorroso al menos.

Otra posibilidad es –en el lenguaje verbal, cuando se dirige a un conglomerado de individuos- utilizar la regla de las mayorías: si en la reunión/mitin hay más mujeres que hombres se habla en femenino y viceversa. A favor: se toma en cuenta la mayoría numérica, no hay una discriminación de género, simplemente se sigue una regla de mayorías que es absolutamente al azar. En contra: es difícil de usar si es un orador dirigiéndose por ejemplo a miles de personas; no sirve para el lenguaje escrito, no resuelve el problema de comunicación. Pero además puede resultar confuso y poco educativo ¿se imaginan una maestra en una clase de la escuela, contando la cantidad de niñas y niños y entonces dirigiéndose a ellas o ellos de acuerdo al día? ¿o si es una clase estable y siempre hay mayoría de niñas por ejemplo? ¿se imaginan a los varoncitos cuando la maestra dice “ahora todas a cantar”? A veces atenderán los niños y otras veces atenderán las niñas, pero dudo que est@s pequeñit@s entiendan mucho sobre lo que le está pasando al/la pobre maestrx…

Otra posibilidad: se habla y escribe siempre contemplando ambos géneros. A favor: es educativo; se enseña cómo debe hacerse para no excluir; quedan todxs contempladxs. En contra: resulta casi imposible, engorroso, quedarían largos discursos y largos artículos pesados, se complican los contenidos.

¿Qué hacer entonces con esta cuestión? Primero que nada lo importante: reconocer que se trata de un problema y hay entonces que resolverlo. Hasta ahora no se encontró una fórmula totalmente satisfactoria, pero se está intentando introducir el concepto, la discusión, el problema.

No importa cuál de las formas se use para eliminar el lenguaje sexista. Unxs usarán determinadas formas como las descritas más arriba, otr@s usarán algunas diferentes. Lo que elija cada un@. Lo que parezca más sensato. No pueden aceptar, hombres ni mujeres, la discriminación por género en ninguna de sus expresiones. Mucho menos en la expresión. Es el lenguaje. Es la comunicación. Es la educación. No se puede simplemente dejar de lado o trivializar este asunto porque sea complicado resolverlo. No se puede decir.. “y bueno, siempre fue así, para qué cambiar ahora”… porque justamente una buena parte del mundo que yo aplaudo está haciendo esfuerzos por transformar todo aquello que apoye la discriminación. Y las tradiciones cuando son malas o dañinas hay que cambiarlas. Se ha penado y se sigue penando mucho por las exclusiones, intolerancias, desprecios. Se vienen haciendo muchos esfuerzos en las últimas décadas para aprender a incluir. El lenguaje es formador de cultura. Es entonces imprescindible que esta polémica se reavive, continúe, persista. Y que se haya incluido en ella la RAE también me parece saludable.

Comenzar entonces por reconocer que el lenguaje sexista es un problema que hay que resolver. Si todavía no se encontró una forma genial de resolverlo, pues se puede utilizar la que mejor parezca dentro de las posibles que se proponen y que la gente en general comienza a usar. Ya se irá perfeccionando, ya se irá encontrando la salida, se puede ayudar a que el camino siga siendo evitar la discriminación. Ojalá cada un@ mire este camino y se vea en él colaborando para que las personas sean valoradxs sin importar el color de piel, el género, la opción sexual o la religión.