lunes, 9 de abril de 2012

“LA MIRADA DE LOS OTROS”

…”la estación de ferrocarril metafórica, donde los habitantes de nuestro mundo recién comienzan a establecerse, ya no es más un alojamiento provisorio. Uno se establece allí para toda la vida.”

“La estación de ferrocarril media entre el pasado y el futuro; atrapa el presente absoluto.”
“... nosotros, hombres y mujeres de la era posmoderna, nos establecemos en la estación de ferrocarril del presente. Podemos hacerla habitable; también podemos transformarla en un infierno. 
         Agnes Heller 

En la metáfora de la estación de tren aparece una conciencia del presente en la cual muchas personas deciden abandonar el viaje -el tren rápido manejado por el maquinista- pero sin abandonar el lugar de los viajes. Lxs individuos contingentes prefieren un lugar que pueden elegir por sí mismos en lugar de aceptar un lugar señalado.

Es un lugar donde se puede perdonar; también se puede olvidar. Se puede perdonar sin olvidar. Se puede perdonar el horror, o también se puede estar en el horror; incluso desentenderse o acostumbrarse al horror.
Estamos donde decidimos estar –hoy- estamos aquí y ahora con nuestro trayecto histórico, con nuestras miserias, nuestras culpas y nuestro perdón. Elegimos estar sabiendo –seres contingentes- que estamos hoy, con el pasado de nuestro presente y con el futuro de nuestro presente. Venimos de guerras –del espanto- much@s queremos salirnos de ellas, queremos olvidar, disculparnos, restaurar, hacernos escuchar. Pero nos damos cuenta que seguimos en guerra y surge la pregunta… ¿quiénes nos mantienen en ellas? Porque algunos queremos decir que la guerra acabó para nosotros, que nos salimos; decidimos convivir, decidimos un lugar para todos.

Ubicados así, podemos escuchar el mensaje que circuló primero en Facebook y luego recorrió la red en múltiples espacios sociales, y que lo dejo al pie de este post por si alguien aún no lo vio.
Aparece un señor Ronny de 41 años, ciudadano israelí, hablándole a los iraníes y a la comunidad en general, expresando su sentir, mostrando en qué estación de tren vive en la actualidad, cuál es su elección, de qué se hace responsable. Habla parado en su estación de tren. Habla en su presente elegido, en su mundo posible. Por sí mismo y asumiendo las consecuencias de su diario vivir. 

Entonces pienso en la parte oscura de la humanidad, la parte de sombras y fantasmas, en los maquinistas que dirigen la locomotora, que lleva un tren a un determinado lugar, que planifica y arrastra con el poder que tenga a quienes suban a su tren. Y quienes suben a ese tren a veces saben y a veces no saben el verdadero destino. L@s que no saben, suben atrapados por la velocidad y la dirección del tren. Los que sí saben, suben inmersos en una voluntad de hacer en nombre de los demás, con la arrogancia de creer conducir al destino deseable para todos, formando parte de algo y por lo tanto no haciéndose responsables por nada. La parte oscura que desanima entristece y amarga. Esas sombras que creen poder decidir por nosotros. Que creen tener la razón y hablan en nombre de grandilocuencias que tal vez no sepan exactamente su sentido verdadero. Nos llaman a subirnos al tren de la historia, al tren del progreso y la seguridad. Pero nosotr@s –algunos- vivimos en la estación del tren y no nos subimos al destino prometido ni al destino sin conocer… preferimos nuestro presente, nuestra decisión, hacernos cargo, vivir lo posible dentro de lo que consideramos mejor. No nos subimos.

Entonces dejo la parte oscura de la humanidad y pienso en la parte de luz, en lo que regala el brillo de la vida, el encanto del amor, del abrazo, de la tolerancia y la convivencia. Esa persona que decide dónde vive, que se hace responsable por lo que hace porque lo decide en su nombre, que sabe que en el mundo habitamos muchos y podemos hacerlo sin odios pre establecidos y mucho menos dirigidos por seres que pretenden representarnos. Aparecen esas voces –por ejemplo la de este señor Ronny- que dicen que no queremos la guerra, que no odiamos, que no nos conocemos pero todos cabemos; hay estaciones de trenes en las cuales vivir, muchas y diferentes, podemos elegir sin dañar. Aparece esa luz y me convenzo una vez más sobre la necesidad de la no pertenencia. Sólo el no pertenecer nos hace libres de actuar bajo nuestra responsabilidad. Nos permite –si así lo queremos- recorrer el camino de Luz. No respondemos a otros. Tenemos una respuesta propia ante cualquier asunto. No nos plegamos. No nos subimos al tren. Pero estamos en el lugar de los viajes.

Somos seres que nos damos a conocer porque nos hacemos cargo. Habitamos las redes sociales, los espacios virtuales. A veces criticados porque "violamos la privacidad" o "tenemos la necesidad de ser vistos".
Nos presentamos. Somos transparentes. Nos dejamos ver. Personas que se comunican en forma horizontal, que se dicen y se muestran. Claro que guardan su privacidad. Pero es otra privacidad, diferente. Y así pueden, muchas de estas personas, representarse a sí mismas. Son ellas mismas. Hablan por sí mismas y no en nombre de otros. Tampoco dejan que otros hablen de sí mismos. Ell@s se muestran. No necesitan representantes. Se comunican. Se llaman. Se manifiestan. Cada uno es cada quien. Se responsabilizan por esa foto, por esa metida de pata, por ese error, por ese baile, por esa estupidez. Y se solidarizan. Y se llaman entre sí. Y se convocan. Se manifiestan. Encuentran a veces causas comunes y a veces no. No están representados por ningún poder. No se deben a nadie. No le deben a nadie.

Entonces cuando aparece uno de esos seres, Ronny, y veo lo que produjo en la comunidad de Facebook, y veo en youtube su video, su mensaje, su añoranza, su decisión; regala su imagen, su súplica, su perdón; nos muestra su estación de tren y cómo la habita… entonces es cuando me emociona hasta la fibra más íntima. Me emociona.

Ronny nos dice que no se sube al nuevo tren de la historia, manejado por fantasmas y sombras al poder, que determinan a quiénes odiar, a quiénes matar, con quiénes convivir. Y ni se imaginan cuánto más me emociona cuando veo todas las respuestas –decenas al principio, luego centenares y miles; respuestas de los demás seres, ésos que estamos solos, no representados, que encontramos compañía, que encontramos voces, que nos entendemos entre nosotros y nos abrazamos sin conocernos. Aparecen estas respuestas de anónimos iraníes al principio, de gentes –mucha, muchísimas gentes- que abrazan el mensaje de Ronny, lo hacen suyo, lo devuelven, lo confirman, lo saludan; y la comunidad de los que vivimos este presente de perdón, de amor, a los que nos emociona vivir en paz porque creemos que podemos vivir en paz, los que elegimos por nosotros mismos, esa comunidad que también se acerca y envuelve los mensajes de estos hombres y mujeres que le dicen a sus supuestos representantes que ellos no quieren lo que están tramando ni tejiendo, no quieren la sombra ni el dolor, que no hablen por ell@s porque lo que hagan no se hará en su nombre.

La no pertenencia me permite estar en el lado del abrazo de esta comunidad que se junta en el espacio invisible, virtual, ese espacio tan poco entendido por algunos, ese espacio que algunos llaman “la actual necesidad de mostrarse a los demás” es justamente el espacio que nos permite a los seres no representados, a los que decidimos, a los que respondemos por nuestros actos y nuestros dichos, a los que mostramos y nos transparentamos para que no haya más sombras que nos arrebaten nuestro sentir y nuestro pensar. Cuanto más visibles y comunicados más somos nosotros mismos, menos nos pueden envolver en el mensaje “para todos”, no nos dirigen porque nos dirigimos nosotros mismos y le hablamos a la comunidad que queremos. Espacio en el cual convivimos sin La Sombra, sin El Planificador, sin El Maquinista, sin La Dirección ni el Comité Central. Existimos, somos públicos, nos mostramos, no hablen por nosotros que nosotros tenemos fotos, nos contamos historias, compartimos sentimientos, expresamos deseos. Y es un colectivo paradójico porque no existe como tal, no tiene un lugar ni una forma, y entonces se crea la metáfora del espacio virtual; existimos en la no existencia, un espacio que no existe como tal, que es de muchos y no es de nadie, no es gobernable; está lleno de personas que no nos conocemos, pero que nos emocionamos, nos abrazamos, logramos decir a quien quiera escuchar que no nos sumamos a sus guerras ni nos tragamos sus cuentos; logramos decir que nos gusta vivir, que nos gusta la vida, que queremos la paz. Much@s de nosotros.

http://youtu.be/I6sPCSJu31U

6 comentarios:

  1. Mirta, bienvenida ahora sí, más que nunca, al ciberespacio.
    El párrafo final te acaba de indentificar dentro de esos que tienen, y tenemos, una identidad digital. Diste en el clavo:
    "Cuanto más visibles y comunicados más somos nosotros mismos, menos nos pueden envolver en el mensaje “para todos”, no nos dirigen porque nos dirigimos nosotros mismos y le hablamos a la comunidad que queremos."
    Hay muchísimo más de lo que tal vez te imagines ahí, es un gran párrafo.
    Es un colectivo raro, digital, pero para algunos de nosotros sí existe y cada tanto, muy cada tanto, cuando uno hace un viaje a dónde vive algunos de los otros (a esos 10000 kms cruzando el mar) o viceversa, hasta nos vemos y todo. O si no, no nos vemos, pero trabajamos en proyectos comunes a la distancia y compartimos y tenemos conversaciones de verdad inspiradoras.. En fin, me voy de tema.

    Lo que más me importa: me hiciste acordar a John Perry Barlow, y su declaración de independencia del ciberespacio, corría el año 1996 cuando en Davos se reunían en el Foro Económico Mundial los representantes de los gobiernos y grandes empresas del mundo:

    Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros,
    cansados gigantes de carne y acero, vengo del
    Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En
    nombre del futuro, os pido en el pasado que nos
    dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros.
    No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar
    donde nos reunimos. No hemos elegido ningún
    gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me
    dirijo a vosotros sin mas autoridad que aquella
    con la que la libertad siempre habla...

    Claro que eran tiempos con Internet en pañales y un aire lleno de optimismo. Años después, él, acertadamente diría al respecto de dicho optimismo: "We all get older and smarter."

    Pero como lírica y como reivindicación de un espacio donde aún podemos escribir nuestra propia agenda y hablar sin intermediarios, ni representantes, ni grises maquinistas, ni nada nada de eso. Como todo eso, es una gran pieza de arte

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  2. Brevemente, me gustó mucho el post. Por un lado, no había visto el video y me pareció super bueno y super interesante. Me parece que otra vez redefine lo que las redes sociales y la internet en general pueden hacer y es un excelente ejemplo de cómo de lo 'virtual' terminamos logrando impactos y efectos en 'lo real'.

    Sobre la pertenencia y la no pertenencia, al final creo que si estamos pertenenciendo a algo que, como decís, no existe como tal y en forma definida. Pero, a fin de cuentas, hay (y hubo) un colectivo de personas que 'viven en la estación' y que piensan desde y hacia la estación y se construyen y definen en función de esto (bastante en chiste podría decir son/somos los presentistas :) ).

    Igual, mas allá del impacto desde lo virtual a lo real, me pregunto hasta que punto estas demostraciones espontaneas de oposición popular a la guerra politico-estatal, tendran su efecto. Hace un tiempo ya, lei un comentario que hacía Elton John acerca de algun tema de actualidad, y que decia algo asi como 'muchachos, ahora la gente protesta en blogs y hace ruido por facebook, en los sesenta nosotros ibamos y ocupabamos las plazas'. Occupy Wall street y el movimiento de los indignados lo callaron un poco a John, pero igual, algo de razón tiene, me parece.

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    1. El asunto de la pertenencia o no es una decisión personal. Yo puedo vivir en un barrio y no pertenecer a "la red de tal cosa" del barrio; puedo navegar en internet y no pertenecer a "la red de los internautas involucrados en"; puedo andar en el presente como tanta gente, sin pertenecer a ningún o ninguna cosa de los que comparten mi presente. No me pueden "colectivizar" porque pongo mi voz y mi foto para decir que no estoy en el colectivo...

      En cuanto al tema del efecto que tengan tales o cuales expresiones, ahí voy de nuevo... ¿quién dijo que hay una forma determinada de hacer o decir? ¿nos tiene que importar a todos por igual las manifestaciones realizadas así o asá?
      Si un señor quiere ocupar una plaza o un liceo, que consiga su gente que lo acompañe, que nos muestre sus objetivos, que haga lo que quiera. Si esto es efectivo para algo o no dependerá del caso, y me dejará a mí opinar como se me plazca. Si otros prefieren dar su opinión y mostrar su sentir por ejemplo con un mensaje circulando por la web, pues yo opinaré lo que quiera sobre ese mensaje y además pensaré si para el objetivo planteado ese mensaje dicho de esa manera y actuado de esa forma fue efectivo o no. Y también consideraré este aspecto: ¿habrá tenido un objetivo? Porque a veces la gente se expresa. Punto. No quiere alcanzar el tal o cual objetivo... ¿y acaso no puede? ¿o no debe? Esto es lo lindo: no nos pueden incluír de afuera, sólo cada quién puede incluírse a sí mismo. Y además se expresa, con un objetivo marcado y para lograr tal meta... o porque considera hermoso, o útil, o beneficioso, o curativo, simplemente expresar. O convoca porque quiere juntar personas que se sumen a un mensaje. Cada quien decide.

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    2. "¿quién dijo que hay una forma determinada de hacer o decir? ¿nos tiene que importar a todos por igual las manifestaciones realizadas así o asá?"

      Exacto, comparto en que es así para la vida en general. Y más aún para en el caso particular de Internet donde la "abundancia" es aún (aunque muchos atenten contra ella) la regla. Hasta hoy cada uno puede llevar al límite la práctica de la elaboración de contenidos, la subida de ideas, las impresiones, comentarios, etc! Esa es la lógica de la abundancia - El costo de agregar algo es "cero", y nadie necesariamente pierde por el hecho de que yo agregue.

      Es lo fantástico de la diversidad: no existe la salsa de spaghetti perfecta

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    3. Buen punto Mirta. Sobre la expresividad y si, la gente va y se expresa, y la web en ese sentido tiene una riqueza y un mundo de posibilidades que es envidiable. Nadie dice tampoco 'cómo deben ser las cosas', personalmente pienso que para algunas cosas sigue siendo mas efectivo/visible/participativo ir y tomar la plaza. En paralelo, lo que comentás (Michel) sobre la lógica de la abundancia es parte de las cosas que hacen superatractiva a la red y al intercambio a través de ella. A mi me gustaría seguir por ese camino, despacito.

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