lunes, 14 de noviembre de 2011

LO QUE SOMOS (parte I)

…“Tal vez sea inexplicable que personas adultas y más o menos competentes estén dispuestas a sumergirse en una narración que desde el primer momento se les advierte que es inventada”. …
Cuando me leyeron éste y otros párrafos de un discurso pronunciado por el escritor español Javier Marías, recuerdo que me dio gracia, sentí simpatía por la idea…. Porque si uno se pone a pensar, es verdad que siendo tan rica y compleja la vida, tan inabarcable, cómo se nos viene a ocurrir escribir o leer novelas que cuentan cuentos que nunca ocurrieron... Novelas inventadas sobre una realidad inventada en un espacio inventado… La pregunta está cantada… ¿qué sentido tiene si quienes las leemos ya sabemos que no existe? ¿cuál es el sentido de escribir ficciones en lugar de narrar la vida, lo acontecido o una biografía?  En su texto Javier Marías dice que nos permite “conocer lo posible además de lo cierto, las conjeturas y las hipótesis y los fracasos además de los hechos, lo descartado y lo que pudo ser además de lo que fue”. Habla de tomar en cuenta en la vida de las personas no sólo lo que han logrado, lo que hicieron efectivamente, sino también las pérdidas, las omisiones, los deseos incumplidos. Piensa que tal vez la ficción es la que cuenta todo esto, todo junto…
Estoy de acuerdo. Y más allá de que solté frases fuera del contexto de todo su discurso, lo cual admito que es bastante déspota para con las ideas que realmente quiso expresar el autor, voy a aprovecharme de ellas para contar cosas que me vinieron a la cabeza con estas frases.

Primero que nada volví a confirmar ante mí misma que me encanta leer novelas de ficción, a pesar de saber que son un invento. Puedo desentenderme de quien las escribe, olvidarme que son un artificio, y compenetrarme con el mundo que me proponen con tanta intensidad como si fuera la vida misma. Tan es así, que recuerdo cualquier novela leída y tengo la impresión de haber leído una parte de la vida de alguien.
Es que creo que la novela de ficción, la escritura de lo que sea que se invente o imagine, también es real. También forma parte del mundo que compartimos, de la vida cotidiana, de lo que somos todos los días. Aunque se hable de fantasmas y dinosaurios, de pozos en un jardín o de la ciudad de Santa María; son lugares y situaciones absolutamente reales y pertenecientes a nuestro mundo. Estoy convencida de que ese mundo inventado, ese espacio paralelo, esa creación que pervierte los límites de lo real y cotidiano, es un mundo que también tiene que ver con el autor y su “verdadera” vida. También es real, aunque sea fraguada.
Cada uno de nosotros alberga un sinnúmero de emociones, pensamientos, valores, sentimientos, principios… todos entreverados, todos juntos, todos coexistiendo en el mismo envase –el individuo-. Son contradictorios y ambivalentes: existen al mismo tiempo, en la misma persona, la maldad y la bondad, la generosidad y el egoísmo, la flexibilidad y la terquedad, la tolerancia y el desatino. Todo vive y existe en cada uno de nosotros. Somos un todo difícil de explicar ni de sostener con la lógica.
En armonía con el deber ser, con la escala de valores tal o cual, con los mandatos ancestrales o las pautas de comportamiento de la época y del lugar, las personas optan por un conjunto de valores y se desentienden de otros. O tratan de hacerlo. Como ejemplo, una persona siente que está bueno ser generosa. Y se esmera en serlo. Esto quiere decir que probablemente logre que una buena parte de su tiempo y de sus actos realmente sean generosos. Pero lo que no quiere decir es que haya perdido el egoísmo, o que carezca de él. Porque estamos “hechos” de este todo. El egoísmo es una cualidad humana como tantas otras. El individuo que se elige generoso dentro de sus posibilidades, lo que está haciendo es reprimir lo más que puede su egoísmo. Lo guarda en sus profundidades y presiona para que no se suelte. Pero lo tiene también. El pacífico tiene su violencia. El sabio tiene su ignorancia. El bueno tiene su maldad. Nosotros somos todo esto. Nos podemos “elegir” dentro de determinados límites, pero no podemos dejar de ser.
Si estamos de acuerdo con esto, una cosa buena que nos puede pasar, es aprender a darle un camino a las emociones que trancamos por dentro por parecernos inadecuadas o dañinas. En el ejemplo anterior, saber conducir a este egoísmo, dejarlo fluir, que circule de alguna manera, ya que no parece bueno que quede por allí trancado lastimando las entrañas. Y todo esto sin que altere ni tampoco interrumpa la elección sobre el sí mismo. Es aquí donde pueden aparecer caminos posibles, y dentro de ellos, las expresiones artísticas son un buen ejemplo. Aquí entra la escritura.
Aparece la escritura creando este nuevo mundo, o mundo paralelo: la supuesta ficción. Surge esta mágica manera de trascender las fronteras impuestas y auto impuestas. Un imaginario donde todos tenemos cabida, donde todos los sentimientos tienen cabida. Este escenario nos permite decir todo cuanto queramos justamente por lo quimérico; nos permite sentir, emocionarnos, pensar, expulsar, escupir todo cuanto tengamos ganas y necesidad. Sin corrección. Sin miedo. Sin inadecuación. Porque todo lo que “no somos”, todo lo que nos perturba y no podemos decir, todo lo improcedente e inoportuno, lo volcamos en otros –los personajes-. Creamos este mundo de la fabulación sabiendo que de esta forma permitimos dejar existir al enorme conglomerado interior que se sentía prisionero; encuentra entonces esta válvula de escape, una sabia descompresión interna, una herramienta donde soñar, morir, matar y gozar conviven desentendiéndose de la realidad. Construimos este otro mundo fundamental y necesario para que nuestra vida transcurra en los dos: el real y posible, correcto y esperable, junto con el mágico, sorprendente e inefable que vive a través de la historia, de los personajes, de las circunstancias en las cuales estos personajes se despliegan. No hay aquí la frontera de la razón porque no importa; tampoco de lo correcto o lo aceptado por la sociedad en un momento dado porque no importa; tampoco del pensamiento que se suelta sin pensarlo demasiado; no hay juzgamientos ni vergüenzas; no hay rezongos ni venganzas porque es un mundo ficticio. No somos nosotros: son los personajes, es la narración, es un invento, es la imaginación.
Este espacio o mundo nuevo es donde el imposible no existe. La maldad y la agresividad viven sin hacer daño porque tienen un camino que recorrer. Lo oscuro y tortuoso es permitido y se puede mostrar. Y nadie se asusta. Nadie se avergüenza. Nadie se siente juzgado ni atropellado porque es el mundo de la ficción, de lo fabulado, de lo que es sin ser realmente. En esta creación todos tenemos todas las emociones conviviendo en nuestro interior, las correctas y las incorrectas, las dañinas y las generosas, las malas y las buenas. Y se muestran.
Entonces escribir libera y alimenta. Brinda un camino por donde todas las emociones conocidas pueden transcurrir. Escribir es la mayor de nuestras transgresiones: creamos aquello que no puede existir, y lo compartimos con los demás. Lo que supuestamente no existe aparece. Lo que no debería, está. Lo oculto, comienza a ver la luz. Es regalarnos libertad de ser todo lo que somos, sabiendo que no vamos a ser juzgados. Es una maravillosa posibilidad de lograr que lo oscuro, lo incompartible, lo prohibido, lo sucio, discurra y viva en el universo. Lo fantástico, lo mágico, lo deseado, lo imposible, discurra y viva en el universo. Lo hermoso, lo sano, lo grato, lo amable, discurra y viva en el universo. Porque todos somos todo eso. Es lo real.
Es así como creo que la ficción es verdadera,  es parte de nuestra vida cotidiana. Tan real como cualquier otro relato. Y aquí mencioné sólo a la escritura y al escribiente, pero los caminos por los cuales todo nuestro ser pueda desplegarse -el correcto y el incorrecto- son muchísimos.
La elección de no transcurrir ningún camino, no dejar circular los sentimientos, no permitir que fluyan las emociones, es lo que alimenta la oscuridad, el abismo y el dolor que se retuerce en el eje, en el íntimo, en la esencia de un individuo. Se retuerce pero igual tiene que salir, entonces generalmente se escapa lastimando a los demás, a su hábitat, o a la propia persona.
Hay infinitos caminos posibles… cada quien puede encontrar el propio. Esto es tema de consciencia y decisión.

7 comentarios:

  1. Comparto el argumento y lo encuentro muy bien expresado. Qué importante que cada uno encuentre sus caminos para expresar todo lo que ES (que generalmente es difícil de conocer)

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  2. muy buena doctora, creo que los lectores sentimos algo muy parecido a lo que tu nos cuentas sienten quienes escriben

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  3. Querida amiga, esa construcción del ser completo, liberado, en un mundo imaginario pero que a la vez es la realidad de cada individuo, es un aspiracional bastante cercano a la felicidad. Canalizarlo en un derecho y en muchos casos un deber para lograr dejar salir y fluir todo lo que nos ata.
    Buena semana para tí,beso grande y me encantó estar también en contacto por aquí.

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  4. Te escribo y veo la flor que se dibuja entre mi ventana y la calle por donde va pasando una niña pateando piedritas. Todo es y no es. La flor que sigue y la niña que ya no está. Yo estoy aqui, pero también estoy bajo las flores, soy esa niña que pasó.
    Gracias amiga por este espacio...
    Un beso

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  5. bueno, primero que nada, me gustó mucho lo que escribiste, y segundo es un post que dice muchas cosas, y tiene muchas cosas para comentar!

    por esas casualidades de la vida tuve la suerte el martes de escuchar a Javier Marías hablar en una pequeña mesa redonda, y entre el montón de cosas que dijo, retomó el tema del párrafo que señalas pero le dio otro matiz, muy interesante. Dice Marías, que en la narración de la no ficción, de la realidad, al final siempre puede haber otras voces, voces discordantes, opiniones, y nos queda siempre la duda de qué ocurrió. Siempre hay una versión mas, y diferente, de la revolución francesa. Pero en la ficción, suspendemos la incredulidad y aceptamos que ese relato es EL relato, no hay otras opiniones y otras posibilidades, suspendemos la incredulidad pero ganamos al tener menos incertidumbre, dice Marías. Y me parece enlazado con lo que comentas mas adelante, de sentir que uno lee cosas del mundo REAL, de gente de verdad, de otras vidas.

    Por otro lado me gusta como pones por escrito toda la potencialidad de la expresión artística para dejar salir las cosas de uno, y cómo es necesario dejar salir esas cosas, o expresarlas o (re)conocerlas en uno para andar mas o menos bien y contento por la vida. Pero casi que diría que la lectura misma de la ficción ya tiene mucho potencial para eso: uno conoce otras vidas, otras historias, otras formas de encarar situaciones cotidianas y no tanto; en ese mundo de lo posible uno es libre de espantarse con unos personajes o identificarse con otros; (re)conocer el egoísmo de uno cuando uno se da cuenta que se identifica o comprende perfectamente a un personaje que es, bueno, bastante egoísta. Y en ese sentido capaz que por eso percibimos la ficción como real, como si estuviera ahí, porque nos nutrimos de ella y nos quedamos pensando, al menos yo, 'si en tal novela fulano se metió en un pozo en el jardín, tres días, para pensar, capaz no es una mala idea que pare y piense un poquito'.

    Y sobre el último punto, bueno, espero que elabores mas en el próximo post :) Las elecciones algunas veces son complicadas, o las percibimos complicadas, y está bueno lo que decis de cómo escribir (o expresarse artísticamente, capaz), puede ayudar a eso, al menos en otro terreno no tan 'real' plasmar los miedos e incertidumbres y los mundos alternativos. Creo que ahí también ya la lectura es super rica en mostrar como hay infinitos caminos posibles... y cómo uno puede construirse el suyo :).

    que bueno que abrieras este espacio. espero la parte II !!!

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  6. Está muy bueno el pensamiento de Marías, me parece que lo entiendo, pero no estoy segura de estar de acuerdo. Tanto en la no ficción como en lo inventado, en cualquier relato, en la vida, el ser existe como ser contingente, la incertidumbre está instalada, forma parte de nuestro cuerpo, del alma, del ser humano. Es verdad que el individuo muchas veces “huye” de lo incierto y busca la calma de las certezas, pero este esfuerzo no creo que lleve a la paz ni a la armonía, porque sigue siendo un intento de forzar las ideas, las situaciones, las emociones, para evadir la incertidumbre, para evadir “lo que somos”. En este sentido es que creo que Marías sabe que cuando se enfrenta a la no ficción la incertidumbre está instalada, y quiere que en la ficción se suspenda esta incertidumbre, quiere que en la ficción no exista el otro relato porque se acepta el que se nos da. Pero esto –desde mi punto de vista- es un imposible, está dentro del forzar las cosas para ganar la supuesta “calma” de estar sentados sobre un relato que no admite los otros. En mi caso, que reconozco la contingencia como existencia, cuando leo ficción también la leo con el mismo grado de duda y de incredulidad que cuando leo una biografía o hecho histórico. Por eso pienso que lo que logramos con la ficción es dar cabida a todo aquello que en el mundo de las relaciones humanas es juzgado, prohibido, desalentado o castigado. Damos lugar al todo. Un todo que existe en la incertidumbre.
    En el resto del comentario me encanta lo que escribiste, son aportes interesantísimos. En la parte II, próximo post, voy a encarar este mismo tema enfocándolo hacia el conflicto de las relaciones humanas. Tema que da para mucho más que un blog, pero que se puede enriquecer con aportes como los que vos estás abriendo… ¡gracias!

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  7. Querida Mirta
    linda síntesis que habla de la integridad del ser humano y de todas las vertientes que lo conforman, que lo nutren y hacen trascender.

    La escritura libera, es verdad,como otras expresiones artísticas. Maravilloso que lo hagas y lo compartas. Buena semana.

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