lunes, 12 de diciembre de 2011

Consciencia y decisión (parte I)

Un día despertamos y nos damos cuenta que estamos en un determinado lugar. Ocupamos un espacio, hay límites propios y límites impuestos, simplemente nos reconocemos en un sitio que lo podemos describir usando todos nuestros sentidos, lo podemos interpretar usando nuestra imaginación, lo podemos analizar usando el raciocinio. Sea como sea el ser se identifica como individuo en tal lugar. No importa si gusta o no gusta. Si da miedo, gracia, resignación o rabia. Es el individuo en un lugar.

Este individuo pone a jugar su consciencia actual y se comprende también en un sentido histórico: entonces sabe que vino de algún lado, partió de algo. Hace suya su historia. Está incorporada en el aquí y el ahora. Sabe de dónde parte pero no puede saber dónde terminará. Puede saber que hoy está aquí -que salió de alguna parte, recorrió la malla de hilos entrecruzados- y que hoy está aquí. Consciencia de pasado y presente incorporados.

La persona también puede saber que desea algo, que quisiera dirigirse a, que sueña con caminar hacia. Puede hasta inventarse un posible lugar de llegada, a sabiendas de que esto es el final de un sueño pero no el final de su recorrido. Se proyecta. Realiza elecciones. Dentro de sus posibles, elige, emprende, actúa. Y en base a esta proyección y a esas elecciones toma más y nuevas decisiones.
El final último del recorrido sí lo conoce aunque no lo quiera ver… es la muerte. El individuo conoce el final de la existencia actual. Sabe que el final de su existencia actual es la no existencia. Pero el camino en esa existencia, su tránsito o deambular, no lo puede conocer. Se reconoce en un determinado lugar como ser contingente. No conoce en qué puertos va a recalar -más allá de que sus pasos se dirijan razonablemente hacia puntos proyectados. En su camino de existencia no sabe dónde va a terminar con cada paso, maniobra o decisión. Sólo sabe que en algún momento, en algún lugar, se convierte en no existencia.

Entonces es el individuo en un lugar. Con su carga histórica. Su presente que alberga e implica su pasado. Con su futuro ignoto que sólo sabe de incertidumbres. Así va armando su vida: siendo consciente de cada decisión, tomada en base a sueños, proyectos, posibilidades, mandatos, pero con el agregado de que sus decisiones no van a asegurar el nuevo lugar al cual llegar. Las toma igual –las decisiones- porque así se arma su vida. Sin garantías. Sin saber si con ellas cumple las metas deseadas. Decide dar tres pasos hacia la derecha para colocarse en la baldosa gris, a sabiendas de que hará lo posible por dar tres pasos, puede que los dé o puede que no, y que eso ojalá lo conduzca a donde imaginó, aunque no puede asegurar que esa baldosa realmente sea gris. Sólo sabe que se trasladará hacia otro punto y recién allí se encontrará este individuo en este otro lugar. Y así sucesivamente se dibujará el entramado, la malla de hilos entrecruzados sin patrón alguno que es su vida posible.

En este entendido, tomar consciencia actual e histórica, tomar decisiones en forma permanente, saber que todo cambia y que cada cambio vuelve a implicar tomar consciencia y decisiones…. Si se entiende de esta forma el dibujo de la vida de cada uno, entonces podemos atrevernos a aceptar los cambios que nuestra sola existencia produce, ya sin tanta reacción, sin tanto dolor, sin tanta rabia, sin tanto dolo, sin tanta envidia, sentencia ni aversión. 

3 comentarios:

  1. Me gustó mucho el post Mirta... retoma el camino que, después de tanta contingencia, ¿marcaba? :D el aquel de "IMPREVISIBILIDAD - INCERTIDUMBRE". Y me gusta especialmente por la visión de la vida como caminos, como proceso continuo de elección de alternativas. Llegar a un punto no para estacionarse sino para alcanzarlo y seguir avanzando hacia otro.
    Creo eso encierra también la experiencia de la felicidad con su naturaleza pasajera, o por decirlo de una manera que no suena mejor pero me parece más ajustada: "no-permanente". Eso que se experimenta con la llegada la baldosa gris de color a veces más claro a veces menos oscuro. Y que queda latente o por ahí en el momento en que empezamos a buscar otra cosa.
    Y si me das cuerda hasta seguiría con la relación que pienso hay entre eso y la "incomplitud" e imperfecciónes que cada uno tenemos.

    Abrazo

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  2. qué bueno que estás aquí Michel... :) Estoy de acuerdo con lo que decís de la "felicidad pasajera", que para mí tiene que ver con esa montaña de emociones que los seres humanos somos capaces o está en nuestra naturaleza experimentar: bronca, alegría, odio, tristeza,amor, felicidad,solidaridad, etc. Tanta emoción posible se vuelve, todas ellas en cualquier momento, incluso vivenciadas "al mismo tiempo" hacen imposible el llamado estado de felicidad permanente; si esto fuera posible querría decir que se está tapando toda emoción que no sume a la felicidad, y ya sabemos el daño que sufrimos cuando tapamos las emociones... :) La imperfección estoy de acuerdo contigo en que también tiene que ver con esto, con ese "todo lo que somos", y si me das cuerda a mí también, capaz que vemos un lazo muy anudado con la característica paranoia en las relaciones humanas... jejeje

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  3. Uhhhh, jojojo, no lo había pensado. Que buen punto!, me parece que lo voy a incorporar para "uno de esos momentos" ;P Jajaja.

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