jueves, 18 de septiembre de 2014

Italia

Salimos de Suiza entre carreteras perfectas, montañas, enormes lagos de color turquesa, todo tan eficiente que dan ganas de trabajar, de esmerarse y... ¡al menos tratar de hacer las cosas lo más perfectas posible! No siempre se trata de tener grandes cantidades de dinero para gastar, que sin duda lo tienen; también se trata de buena gestión, de eficiencia, pero lo que más me importa: se ven muchas soluciones que tienen que ver con la vida cotidiana, soluciones que se centran en el ser humano.

Entramos a Italia y se nota el cambio de país. Se siente distinto.
Italia es vital, pulsa, tiene nervios... por momentos escandalosa, divertida, cínica. Se palpa la vida y dan ganas de tener mucho tiempo libre.
Nos quedamos una noche en Bérgamo. Ciudad bella y amable. Sobre todo la parte alta de la ciudad, donde está su casco histórico, muy lindo para conocer. Sólo caminar y pasear, con esto alcanza. Aunque igual merece mención especial la Basílica con sus inmensos y viejísimos tapices. Nos sorprendió Bérgamo a decir verdad. Es más linda e interesante de lo que imaginábamos. Ya aquí empezamos a degustar vinos exquisitos, pastas y pizzas, que después se convertirá en costumbre imposible de dejar :)

Partimos hacia Florencia. Palabras mayores. Sólo con perdernos por las calles quedamos asombrados de todo lo que vemos. Parece que camináramos adentro de un museo en forma continua. Estamos alojados a una cuadra del Ponte Vecchio, una posición privilegiada. Se sale a caminar, uno se pierde por ahí o simplemente camina sin rumbo, y siempre se encuentran edificios, portones, rincones, plazas, como para quedarse y admirar. Todo es una obra de arte. Es una ciudad bellísima, con gente que impresiona amable en todo momento, a pesar de la cantidad de turistas que entorpecemos el tránsito y nos agolpamos en las callecitas.
A la noche: cantantes de ópera en una iglesia chiquita… buenísimo por todo el contexto.
Visitamos lugares muy turísticos y emblemáticos también: la Piazza della Signoría, un verdadero museo en la calle. Con el Palacio Vecchio y la Galería Uffizi, que nos resultó un museo fundamental. Vimos la Iglesia de Santa Croce, con un lindo ambiente en la plaza. En la Iglesia hay frescos de Giotto, Donatello y otros, y le rendimos homenaje a las tumbas del Dante, de Maquiavelo, de Miguel Angel y de Galileo. Es una iglesia espectacular.
Fuimos al Duomo –gigantesca catedral símbolo de Florencia- con la cúpula de Brunelleschi; el Campanile de Giotto, y los alrededores de la plaza del Duomo. Vistas espectaculares desde la plaza de Miguel Angel, para la cual tuvimos que trepar un buen trecho; llegamos con la lengua afuera pero realmente valió la pena.
Es mucho caminar, sonidos de campanas por todos lados, callecitas increíbles, empedradas, curiosas; todo arte, todo asombroso, excelentes vinos y buena comida  ¡Nos encantó Florencia!
Salimos a pasear por la Toscana; visitamos Siena que nos pareció una preciosa ciudad, con su plaza principal gigantesca y muy particular, y también con una catedral para el asombro. Vimos un pueblo, San Gimignano, y los paisajes de la toscana. Todo fue agradable. Como vivir con una sonrisa dibujada. Sólo sonrisas y asombro por lo bello…

Ahora en Venecia. Nuestros últimos días de viaje. Nos quedamos en una isla al sur de la isla principal. Se llama Giudecca, y nuestro apartamento está en un ex molino reciclado, el ex Molino Stucky. Tomamos el bote para cruzar cada vez. Tenemos un bote que para a unos pasos de nuestro apto cada 15 o 20 minutos.

Venecia está más limpia de lo que recordaba. Asombra que esté tan limpia a pesar de la cantidad tan grande de turistas. La plaza San Marco con el Palacio Ducal, la Basílica y el Campanile; el puente Rialto que no nos pareció gran cosa y además está atestado de gente. Callecitas muy finitas y endiabladas. Es tan intrincado caminar entre las callecitas y los puentecitos, está tan enredado todo que es muy difícil no perderse cada vez. Pero es Venecia. Tan particular, tan característica, tan distinta. Me da gusto. Y luego del cansancio de la isla principal, volver a nuestra Giudecca con su rambla espectacular, casi sin gente, abierta y encantadora, es el descanso perfecto después de la ajetreada Venezia.

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